[spa] La crisis sanitaria que se inició en el año 2020 a consecuencia del Covid-19 fue un
punto de inflexión y motivó un cambio significativo en muchos aspectos de la vida, no tan sólo
a nivel personal sino también a nivel social, económico y laboral, destacando que se
implementara de manera más efectiva el teletrabajo como principal medio de producción para
ciertos sectores económicos, manteniendo así la actividad económica y salvaguardando la
salud.
Sin embargo, la implantación del teletrabajo tras el Covid-19 también presentó
desafíos. Muchas empresas tuvieron que adaptarse rápidamente a esta modalidad, lo que
implicó la necesidad de implementar nuevas herramientas y políticas para garantizar la
seguridad de la información, la gestión del tiempo y el seguimiento de los objetivos.
En resumen, el teletrabajo ha llevado a la necesidad de adoptar nuevos medios de
comunicación y colaboración para mantener una comunicación efectiva y coordinar el trabajo
en equipo. Las herramientas de videoconferencia, mensajería instantánea y gestión de
proyectos son esenciales para el éxito del teletrabajo, pero es importante establecer políticas
claras para su uso y evitar la sobrecarga de información.
El teletrabajo1 podríamos decir que se ha convertido en un fenómeno social, la
doctrina judicial y jurisprudencia nos ayudará para su correcta aplicación.
No podemos olvidar que el teletrabajo tiene un impacto directo en la eficiencia,
productividad, así como en la competitividad, flexibilidad, digitalización, innovación, TIC y
favorece la conciliación de la vida profesional, personal y familiar. Por tanto, es evidente que el teletrabajo ha generado cambios sustanciales en la organización del trabajo tradicional y
sus beneficios se pueden enfocar dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible del
Programa de las Naciones Unidas.