[spa] ¿Está la democracia en crisis, sitiada, secuestrada, en retroceso? ¿O está, por el contrario, salvando puntuales achaques, más viva, aceptada y reivindicada que nunca? Cuando se repasan los diagnósticos actuales, suele prevalecer la mirada pesimista; se diría que, ni fría ni caliente, la democracia está a 0 grados. Sin embargo, al mismo tiempo, se muestra sólida como ideal, como idea rectora desde la que avaluar nuestros órdenes políticos. A menudo adjetivada —deliberativa, discursiva, real, monitorizada, etc.—, opera incluso como un patrón normativo desde el que revisar su modelo más institucionalizado, el representativo liberal, y ni siquiera sus más encendidos opositores suelen renunciar al lenguaje de la democracia.