[spa] Con el objetivo de hacer frente a los procesos de privatización del proceso
educativo, así como los desafíos que se plantean a escala local y global
vinculados a las transformaciones digitales, científicas, políticas y
medioambientales, el último informe de la UNESCO (2021) nos invita a
considerar “cambios radicales en el modo en el que concebimos la educación,
así como en su práctica” (p. 8). Más específicamente, se propone repensar la
educación como un proyecto público y un bien común. Se entiende, en este
sentido, que es un proyecto social compartido que debe financiarse y
desarrollarse públicamente y en el que deben participar los distintos agentes
y espacios sociales, educativos y comunitarios de un determinado territorio
asumiendo una responsabilidad compartida y creación colectiva. Esto conlleva
expandir las fronteras educativas más allá de los ámbitos formales, ya que
“debemos aumentar las oportunidades educativas que se dan a lo largo de la
vida y en distintos espacios culturales y sociales (…) debemos conectar los
espacios de aprendizaje naturales, construidos y virtuales” (UNESCO, 2021, p.
10).